domingo, 8 de enero de 2017

Musée d'Orsay, oblongofobia en la bombonera

Restaurante en el Museo de Orsay. Campanas decorativas
El Museo de Orsay es una de esas cosas de París que no suele ver todo el mundo cuando va a la ciudad por primera vez.

La Torre Eiffel, Notre Dame, el Sagrado Corazón, Disneylandia, los Inválidos, el Museo del Louvre, … se me antojan lugares que se tienen ganas de ver primero.

Yo ya había estado en casi todos esos lugares, menos en los dos últimos, y además había visitado los Jardines de Luxemburgo, el Obelisco y el Arco del Triunfo, aunque no había subido a él por una mezcla rara de pudor y de no tener ganas de esperar interminables colas.


Anatole France (1919), por
Antoine Bourdelle
Hay tantas y tantas cosas que ver en París que se necesitarían unas 3 ó 4 visitas para irse con una idea general de la ciudad. Yo, de alguna manera, ya tengo esa idea, y no es otra que la de una ciudad engrandecida por Napoleón I y Napoleón III, con monumentos singulares el primero y con planificación urbanística el segundo.

Pero El Louvre es para mí como la China, o las anchoas de Santoña, que no me atraen aunque sean de calidad suprema. Además, desde que han puesto ese adefesio de pirámide de cristal me atrae aún menos, y hasta me inquieta el por qué se hizo.


Puente de Solferino, lleno de candados de enamorados
La visita a un grande de Francia

Mi último día en París crucé Las Tullerías y fui hasta el Museo de Orsay por el puente de Solferino. Los muchísimos candados de enamorados que están prendidos de sus barandillas, amenazan con una rotura de cráneo a los que pasean por el Sena con las gabarras, y hace a uno preguntarse del por qué de la estudipez humana que representa el encadenarse a otra persona como muestra de amor suprema.

Y después me encontré con una larga cola porque ese día era gratis, con una impresionante estación de tren rellena de mazacotes cuadrados y con escaso espacio para circular, dando una sensación agobiante.

Auguste Renoir - Bal au moulin de la Galette (1876)
El museo alberga el arte francés desde 1848 hasta 1914, y aunque pudiera parecer pretencioso, realmente se queda pequeño para los numerosos y grandes artistas franceses de esa época, que incluye a los internacionalmente más conocidos, como los impresionistas Monet, Renoir, Pissarro, Degas o Cezanne, … y otros como Manet, Gauguin o Vuillard. 

O mi favorito del museo: Pierre Bonnard. Su obra Tête de femme à contre-jour (1906) se convirtió para mí en una obsesión cuando no pude localizarla en ningún buscador de Internet. Había fotografiado muy borroso su cartel identificativo, pero la recordaba vagamente de Bonnard. Al final me costó unas 8 horas confirmar que, primero, era efectivamente de Bonnard, y después identificar la obra.

Tuve que utilizar el programa Smart Deblur para conseguir enfocar algo la imagen, y pude descubrir la palabra femme, lo que me sirvió para localizar la obra con inmensa alegría en el buscador del Museo de Orsay.

Hay también pequeños espacios dedicados a la pintura de otros países  y autores europeos, pero aquí refulgen con luz propia la pintura y escultura francesas de la segunda mitad del siglo XIX.

La iglesia de Auvers-sur-Oise (1890)
Vincent van Gogh
El Museo de Orsay, junto al centro Pompidou y el Louvre representan la terna de museos más importantes de París, siendo el Pompidou un museo ya de los siglos XX y XXI y el Louvre se ocupa desde 1848 para atrás.

Estos museos cumplen una función similar al Thyssen, Centro de Arte Reina Sofía y Museo del Prado madrileños, aunque el Thyssen es una pinacoteca que proviene de una colección privada y no cumple ningún aspecto cronológico.

El Museo de Orsay da para disfrutar muchos días, así que hay que tomarlo con calma, contemplando las obras famosas o las que más nos atraigan.

Pero si no tuviste bastante con el atracón de impresionistas, puedes completar la visita con el Museo de la Orangerie, con algunas obras maestras de Monet.


Libertad, Fréderic-Áuguste Bartholdi
En torno a 1889, bronce
Altura 287 cm.
La Estatua de la Libertad

En Orsay existe un modelo reducido de la gran estatua de Nueva York y también otro junto al Pont de Grenelle, sobre un gran pedestal.

La norteamericana fue construida entre 1884 y 1885 por Bartholdi en el taller de la calle de Chazelles, siendo la estructura de Gustave Eiffel. La inauguración en la rada de Nueva York se celebró el 28 de octubre de 1886.

La versión reducida de Orsay fue adquirida por el Estado Francés en septiembre de 1900 para el museo de Luxemburgo de París. La estatua se exhibió allí hasta 1906, fecha en la que se coloca, a solicitud de la viuda del escultor, en los jardines de Luxemburgo. Allí permaneció durante más de un siglo, hasta que se trasladada al museo de Orsay, heredero legítimo del Museo de Luxemburgo.



Trenes eléctricos operando en Gare d'Orsay en 1900
Orígenes arquitectónicos del Museo

El Museo de Orsay ocupa el antiguo edificio de la estación ferroviaria de Orsay y alberga la mayor colección de obras impresionistas del mundo.

Sobre el solar de la estación se encontraba el palacio de Margarita de Valois, y también los edificios del Consejo de Estado y la Corte de Cuentas, destruidos durante los acontecimientos de la Comuna de París en 1871.

Con motivo de la Exposición Universal de París de 1900 se construye la estación de ferrocarril, si bien sólo se utilizó 39 años. Posteriormente se dedicó a varios cometidos.

Las obras de acondicionamiento de estación a museo se llevaron a cabo entre los años 1981 y 1986, haciéndose cargo de la remodelación exterior el estudio ACT-Architecture y de la adaptación interior un equipo comandado por la arquitecta italiana Gae Aulenti.

Aulenti es conocida por varios proyectos de museos de gran tamaño en la década de 1980, como el Museo Nacional de Arte de Cataluña.



Tête de femme à contre-jour (1906)
Pierre Bonnard
El estilo Mazzacote

Para analizar el estilo Mazzacote con el que se maneja la señora Aulenti, haré una comparativa con distintas cajas de bombones (obras de arte).

La caja A es el límite de lo razonable en cuanto a cantidad de cartón y distribución de los bombones, queda muy elegante, aún dentro de lo que es un estilo de tabiques.

La caja B tiene más cartón que bombones, evidencia ampulosidad y quiere valorar el contenido añadiendo estructura, aunque no hace sino ocultarlo. Creo que éste es el estilo que quería darle Aulenti al Museo de Orsay y al Museo de Arte de Cataluña.

Sin embargo, la caja C, aun siendo la más fea de las tres es la más honesta, pues muestra el contenido tal cual es y es mucho más barata que el mazacote adefesio cuadriculado del centro. Las obras del Museo de Orsay se merecen más la caja C, que no la presuntuosa, tontorrona y acomplejada caja B.

Aulenti la ha cagado de plano, llenando de bloques y esquinas que me provocan una incómoda aicmofobia, con esquinas amenazantes por todos lados y masivos bloques que lo ocultan todo, dentro de lo que no es sino síntoma de una oblongofobia general. El escamoteo adicional de la preciosa estación, realmente es de juzgado de guardia.


Caja A


Caja B


Caja C


Un pastiche de estilos
en el Museo de Orsay


Museo de Orsay
y sus cajones


Barreras arquitectónicas
en el Museo de Orsay


Gae Aulenti con sus bloques en el
Museo de Orsay


Museo Nacional de Arte de
Cataluña, interior de
Gae Aulenti


Museo Nacional de Arte de
Cataluña, por Gae Aulenti:
pedestales y vigas molestos para el
disfrute de la arquitectura previa


El estilo Aulenti es algo contagioso y se expande en el espacio-tiempo, como la gripe aviar o una ventosidad en un túnel de metro, veámos, si no, la que han preparado en el Museo del Ejército de Toledo los arquitectos Francisco Fernández Longoria y su colega Dionisio Hernández Gil, de renombre más bien escaso.

Nakagin Capsule Tower (1972) ,
Kisho Kurokawa, Tokio
Las formas cúbicas de Aulenti me recuerdan al Metabolismo japonés de Kurokawa (años 60), con sus módulos apilables; un concepto aceptable para un entorno moderno y de exteriores, pero del todo inadecuado para el interior de la arquitectura industrial de finales del siglo XIX si no se respeta una más que apreciable separación física entre ambos tipos de estructuras.

Un ejemplo de su influencia en Aulenti es el Instituto Italiano de Cultura de Tokio, que es más que notable en su diseño. 

Parecidos arquitectónicos

Es cierto que todos estamos sujetos a influencias, pero es más difícil crear que copiar o dejarse inspirar ... y también es más caro.

La pirámide del Louvre
París


La oruga de Sol
Madrid


Todo parecido con la realidad previa, es pura y malintencionada coincidencia.



Museo del Ejército
Toledo


Salón modernito
República de Ikea

El papá de Ingvar Kamprad se sentiría orgulloso.