sábado, 10 de diciembre de 2016

El asombroso metro de París

Metro de París, Línea 1
Fuente: www.railengineer.uk
Masificado, oscuro, frío, maloliente, rápido, agitado, lleno de gente, pedigüeños con perros enormes del tamaño de un camello, viajeros por todas partes con maletones como ataúdes y músicos dando caña a todo meter. Todas son horas punta en el metro de París

Lo más espectacular, un delgado y muy moreno artista de más allá de Los Alpes, que primero cantó algo dentro del vagón con un altavoz a tanto volumen que dolían los pensamientos, y que luego, entre dos barras verticales y paralelas, se marcó un ininterrumpido molinillo, cabeza arriba-cabeza abajo, a tal velocidad y a escasos 20 cm. de mi cabeza y la de otros viajeros que sorprende más el atrevimiento que la posibilidad de patearnos la cabeza si nos movíamos.

La velocidad con que entran y salen los viajeros de los vagones, el continuo roce con otras personas, muchas de ellas indigentes de muy escasa higiene y los asientos textiles manifiestamente sucios, hacen del metro de París un lugar inhóspito, muy poco recomendable para permanecer más que lo justo, y tal vez una tortura diaria para sus usuarios.

El submundo en Demolition Man
En sus pasillos y estaciones pernoctan hombres sin techo que orinan y transfieren a los túneles ese detestable olor a miseria globalizada. Allí se venden frutas y pequeñas manufacturas industriales, pero también artesanía africana.

Y hace frío, mucho frío, muchas veces más incluso que en el exterior, donde sopla menos el viento y es menos húmedo. Es lo más parecido al submundo de las películas de ciencia ficción o a un infierno helado de Dante.

Cada vez que estoy unos días en París, algo que añoro especialmente es el metro de Madrid. Habiendo conocido bastantes ferrocarriles subterráneos de Europa occidental y oriental, el metro de París es claramente el de peor aspecto, el de peor olor, el de peor iluminación, el más incómodo, pero uno de los más rápidos, más extensos y de mayor frecuencia entre trenes, con un criterio de practicidad que para sí quisieran los alemanes.


Boje MP 89 del Metro de París
Fuente: Wikipedia
El metro de París sobre ruedas

Los vagones de bastantes líneas en el metro de París van sobre ruedas neumáticas. Esto llama mucho la atención de los viajeros españoles y de muchos viajeros de otras partes del mundo, pero no de los canadienses, mejicanos o chilenos, porque algunos de sus metros también van sobre ruedas de goma.

El sistema es realmente complejo y mixto, con ruedas de acero de emergencia y con la toma de electricidad a través del suelo. Esto tiene sus ventajas, como la de mayor aceleración y capacidad de frenada, lo que redunda en frecuencias de paso mayores, y también la posibilidad de subir pendientes mayores, pero tiene los inconvenientes de un mayor rozamiento, y por consiguiente mayor gasto de energía y disipación de calor, la producción de más partículas sólidas peligrosas por fricción y el mayor coste de producción y mantenimiento de los sistemas rodantes.

El gasto en ruedas de seguridad del
Metro de Méjico
Por otro lado, el hecho de que la toma eléctrica sea en el suelo, hace que haya muertos por electrocución de los que caen a las vías, involuntaria o voluntariamente, lo que ha obligado a poner mamparos en los andenes, incrementando aún más el coste.

He sido usuario varias veces de la línea 1 -con esos aparatosos mamparos transparentes- y ni siquiera me he dado cuenta de que los trenes no llevan conductor ¡glub!


La conexión entre París Orly,
via Antony, a través del tren Orlyval
El sistema de billetaje

Moverse por el metro de París para los neófitos no es fácil. Si bien el sistema luminoso de paso de estaciones dentro de los vagones –cuando funciona- es útil, muchas veces los esquemas son confusos en las indicaciones de los túneles y sacar billetes puede llegar a ser tedioso, cabreante e injusto.

El billete simple cuesta 1,90 €, vayas donde vayas, así lo creo. En Madrid, entre 1,50€ y 2 €, según sea la distancia. Y el software multilingüe y su extraño rodillo metálico selector de opciones es feo, pero ayuda bastante.

El precio desde el aeropuerto Charles de Gaulle al centro de París en el RER (ferrocarril urbano) son 10 €, una cantidad de pasta importante, pues al aeropuerto de Barajas llegas en un metro cojonudo por 5€, que ya se me antoja caro.

Algo realmente llamativo son las protecciones antijetas de los tornos, pero no sirven de mucho, porque nunca he visto a tanta gente colarse en un metro ¡y sin que nadie diga nada! … como es lógico … pues si tienes tanta cara para colarte, qué no serás capaz de hacer si alguien te increpa, so cabrón.


Controladores en el RER
Fuente: rerb-leblog.com
Impuesto revolucionario

En el verano de 2016, un risueño empleado me multaba con 30 y tantos euros porque sólo llevaba un billete de metro cuando viajaba al aeropuerto de Paris Orly en el RER, antes de coger el Orlyval, pero es que me fue jodidamente IMPOSIBLE encontrar una sola máquina expendedora en toda la gigantesca estación de Châtelet-Les Halles.

Y lo mismo le pasó a una turista japonesa 10 minutos antes que a mí.

En diciembre de este año ya aprendí y saqué el billete de transporte de origen a destino para evitar ser estafado de nuevo por los transportes franceses. Tomen nota, gestores del metro de París y del RER, que los turistas nos mosqueamos.

Por cierto, también tomen nota del formato de sus billetes. Porque con el que saqué desde Jourdain hasta el aeropuerto Charles de Gaulle pude moverme entre los distintos tornos, hasta que quise salir, porque en los accesos de la derecha al aeropuerto mi billete literalmente “no cabía”, probando 3 tornos. 


"Otra vez me han multado en París"
Pero imaginen que a otros 6 ó 7 viajeros también les ocurrió lo mismo, provocando un estúpido tapón con gente con prisas por salir de ese inhóspito transporte y ganas de llegar pronto a sus países.

Ellos miraban incomprensiblemente su billete y se rezagaron. Sin embargo, yo, de manera instintiva –lidiar con la salida de Barajas ayuda a comprender el funcionamiento de la mente humana- probé con los tornos de la izquierda y voila! pude salir sin refunfuñar demasiado, sorprendido aún de que algunos ciudadanos franceses critiquen el funcionamiento de las cosas de otros lugares. 

Deberían empezar por casa y sugerir a su alcaldesa Anne Hidalgo darse un baño de multitudes y comerse una afilada baguette de calamares con los codos levantados en cualquier vagón del metro de París … 



El conejo del metro
Enlaces

Accidentes de metro, la viga en el propio ojo

Transporte ferroviario con rodadura neumática en el metro de París

El metro de París

El conejo parisino no está en el Moulin Rouge, sino en cualquier parte del metro … es el simpático y feo dibujo de un roedor orejudo que avisa a los niños para que no se pillen sus manitas con las puertas.














miércoles, 7 de diciembre de 2016

Un café escatológico en Montmartre

Barricada en la calle de la Bonne, colina de Montmartre,
durante la Commune de Paris de 1871
Fuente: www.souslavouteetoilee.org
03/12/16
En Montmartre se instalaron los cañones comprados por el pueblo francés para defenderse de los prusianos en la época de la Comuna de París (1871), y ese sabor acre de la pólvora y la política ha debido de quedar desde entonces en el ambiente. 

Digo esto porque después de tomar el sol tibio del mediodía en las escaleras y de haberme confortado con el olor de los cirios de la Basílica del Sagrado Corazón de este frío día de diciembre, me apetecía un café noir, de esos tan franceses y tan gustosos, con su vasito de agua al lado.


Hardware Société con su suelo ajedrezado
Un petit café noir serait génial

Saliendo de la Basílica, a la izquierda, se abren unas escaleras que dan a la calle Lamarck, que lleva a no se sabe dónde, y encontré un café moderno, estiloso, al gusto nórdico, con maderas de pino pulidas y mesas de varios tamaños. 

Allí había una guapa camarera con un impresionante delantal de cuero falso y un depósito de café con la marca PADRE. Tan sorprendente y desconocido nombre anunciaba sensaciones novedosas … 

Me llegó el café en una bonita taza anaranjada con el borde dorado, magnífica presentación. Así que cerré los ojos, abrí las coanas nasales a tope y mi lengua se dispuso a paladear el néctar, dejando libre el área cerebral correspondiente (que no es otra que el extremo inferior de la circunvolución postcentral de la pared superior del surco lateral en el área adyacente de la ínsula) para disfrutar de las sensaciones plenamente … 

¡¡¡Agghsstxngg!?!! ¡qué asco! ¡Más azúcar! …. ¡aghsss! ¡ajco, aj! … más azúcar … ¡pszzschnngg!

La porquería que estaba sorbiendo era lo más parecido al agua de fregar unos lavabos una mañana de domingo en Malasaña.

Mi divertida amiga no acertaba con el sabor, pero apuntó en la dirección indonesia, la de no sé qué civeta que come semillas de café, las expulsa por el orificio final de su intestino y con ello se hace un famoso café de las islas.


Paul Hogan se chotea del personal
Hardware Société, un coffe shop à la mode de Melbourne

Fijándome en el posavasos delator leí: Melbourne-Paris. Inopinadamente, estaban unos australianos experimentando con la población parisina como los norteamericanos en Nagasaki.

Tal vez, ante la escasez de civetas, a algún avispado australiano tipo Paul Hogan se le había ocurrido hacer ingerir a unos canguros unas bolsas de café de Starbucks para hacer con los cagarros el café PADRE … 

Salimos cagando leches de allí, justo para enjuagar nuestros dientes con un vin chaud a 60ºC que nos desinfectase la cavidad oral, tan maltratada en ese bar de modernos parisinos muy jóvenes, que seguramente desconocían a lo que sabe un café de verdad.


En la calle Lamarck,
homenaje a Simone Jaffray

Una conspiración en toda regla

La zona está llena de sobresaltos: sobre una pared de la Rue de Lamarck cuelga una placa conmemorativa de una miembro de la Resistencia asesinada por la Gestapo en 1944. Un mal trago después de otro ...

A decir de algunos jacobinos, comunistas y anarquistas, el Sagrado Corazón es "una verruga construida sobre los cadáveres de los communards". Y es que a muchos les molesta sobremanera la omnipresencia de la basílica en lo más alto de París.

Después de visitar devotamente la basílica, se me antoja un intento de envenenamiento en un bar con un pavimento ajedrezado, de tanta raigambre en París.

Y con el sabor amargo a pólvora del XIX en las papilas y un sablazo en mi bolsillo de euros globalizados, fuimos en pos de un verdadero mercadillo de Navidad, junto a las tapias del Sacré Coeur, que nos devolviera los sabores y sensaciones de la Francia prerrevolucionaria.



Suelo de Notre Dame
y Corona de Jesús


Interior de una logia masónica


Suelo de la Iglesia de
San Pablo-San Luis




La vida es demasiado corta
como para beber una mierda de café












lunes, 5 de diciembre de 2016

Parc des Buttes-Chaumont, el más bonito de París

Bar permanente y
anclaje del puente colgante
02/12/2016

En París llama la atención el enorme número de bellos edificios civiles, y también las grandiosas iglesias edificadas o reconstruidas en el siglo XIX, pero no es una ciudad especialmente destacable por la extensión o belleza de sus parques, exceptuando los hermosos Jardines de Luxemburgo, con sus parterres, el juego de veleros flotantes y sus grandes jarrones con flores colgantes.

Es decepcionante pasear por Las Tullerías, una explanada con escaso arbolado cerca del Louvre, y por otras desangeladas extensiones de césped, así que recomendaré el mejor parque de París que conozco: el Parc des Buttes-Chaumont.

Este sorprendente parque está muy animado en verano, y es una delicia pasear por sus cuestas y senderos, o merendar y echarse la siesta si los numerosos días frescos de agosto no lo impiden. Pero es verdaderamente espectacular en invierno, cuando los demás parques de París han perdido su encanto por falta de flores.

Este parque nos brinda 2 puentes, una cueva, una montaña artificial, una isla, un lago, cascadas, arroyos … y hasta una trinchera de ferrocarril.

Localizado al este de París, fue ordenado construir por Napoleón III en el siglo XIX, en estilo inglés, y su puente colgante fue realizado por Gustave Eiffel.


Línea Petite Ceinture
en el Parque Buttes-Chaumont
Un ferrocarril dentro de un jardín botánico

La parte oriental del parque está atravesada por la antigua línea de ferrocarril de Petite Ceinture. La parte sureste está soterrada, mientras que la parte nordeste forma una trinchera que conserva los raíles. Las obras de la línea de ferrocarril se finalizan en 1854 y en 1934 se cerró al tráfico de viajeros.

El parque tiene una extensión de 24,73 ha y contiene una gran diversidad de plantas, siendo el parque público parisino con más variedad de especies (47)* y el tercero en extensión.

Allí hemos visto 2 especies de pirancantas, mahonias, acebos rebosantes de bayas, madroños, bojes y otras muchas plantas mediterráneas (típicas del jardín inglés), además de numerosos árboles de hoja caduca como grandes abedules; y tejos, y otras coníferas de tamaño considerable.


Templo de Sibila sobre la isla
Para hacernos una idea de su superficie, El Retiro de Madrid tiene 118 ha, mientras que el Real Jardín Botánico de Madrid tiene 8 ha, siendo similar en extensión al Campo del Moro, de 22 ha.

Una isla rocosa se erige en el centro de su famoso lago, y en lo alto de la cima -a 30 m. de altura- hay un pequeño templo dedicado a Sibila, típico del romanticismo, que ocupa el emplazamiento exacto de una antigua cantera a cielo abierto, mientras que la gruta se sitúa a la entrada de una cantera subterránea.

Las sibilas tenían su vivienda en las grutas o cerca de corrientes de agua, y el arquitecto Gabriel Davioud la homenajeó construyendo el templo en 1869. A él se llega por una escalera de cemento que está pidiendo a gritos una atención especial, lo mismo que sus cercas.

En una de las rocas adyacentes se han talado gruesos troncos de lo que parecían ailantos, enormemente destructivos disgregando la roca. Una acción incompleta, porque rebrotan fácilmente de cepa.



Vista antigua del Parque Buttes-Chaumont
El proyecto y construcción del parque

Georges-Eugène Haussmann, fue el encargado por Napoleón III de la renovación de París. 

El funcionario y diputado tenía en mente una ciudad tecnológica y pensada para el ocio, que sería presentada al Mundo en la Exposición Universal de 1867. Dentro de este proyecto, entre 1864 y 1867 se construyó el parque en los terrenos baldíos Buttes-Chaumont.

En ese lugar se celebraban las ejecuciones públicas y hasta 1849 desaguaban las alcantarillas. Sin embargo, ese espacio lleno de piedras amontonadas y restos de basura, ralo y sin vegetación se limpió y se convirtió en el parque espectacular que es hoy, respondiendo a las necesidades de los barrios industriales de La Villette y Belleville.

Teniendo en cuenta la disposición del terreno se diseñó el parque para inventarse un paisaje montañoso, trayéndose tierra para poder plantar árboles, arbustos y césped. Haussmann lo llamaba la inevitable gruta.

El parque tenía una cascada de más de 30 m. de altura, que se alimentaba del Canal de L'Ourcq, un lago excavado en torno a la montaña central y dos corrientes de agua que lo atravesaban.

Hoy en día conserva gran parte de su esplendor.


Fuente: La modernidad y lo moderno


El parque fue inaugurado el 1 de abril de 1867, al mismo tiempo que la Exposición Universal del Campo de Marte.

Jean-Charles Alphand, asistido por el jardinero Barillet-Deschamps, el arquitecto Davioud, y el ingeniero Belgrand, transformó las antiguas canteras, excavando un lago y una gruta decorada con falsas estalactitas, y construyendo cascadas y arroyos.

Davioud también realizó una parte del ayuntamiento del distrito XIX, que se halla justo junto al parque.



El puente colgante de
Gustave Eiffel


Vista aérea del
Parc du Buttes-Chaumont 


Vista del parque
desde la colina


Enlaces



Bar guinguette dans le parc des Buttes Chaumont


Notas

*Como referencia, el parque Campo Grande, en Valladolid, contiene 62 especies vegetales. Y el Parque de El Retiro 148 especies de árboles, según Alfonso Expósito.