viernes, 18 de noviembre de 2016

Hitchcock en Madrid, después de muerto

Exposición Hitchcock, más allá del suspense
Una vez traduje libremente el apellido Hitchcock a un pequeño entusiasta de sus películas y nos pasamos una mañana de risas.

Por azar conocía un significado de la palabra inglesa “hitch” (remangar) y también el de “cock” en su acepción más extendida y menos vulgar: gallo. Así que, permitiéndome una licencia de tiempos verbales, la traduje como “gallo remangao” (Hitched cock). Y ciertamente podía imaginarme los pliegues de su papada enrollándose en su oronda cabeza, coronada por una cresta roja.

De esto ya hace bastantes meses, y no le di más importancia a mi ocurrencia ni la contrasté.

Volví incluso a reírme con una parodia filmada por mi pequeño amigo de la celebérrima Psicosis, donde dos peluches protagonizaban la espeluznante escena de la bañera, con una Marion Crane bastante peluda ...





Y así, con esos buenos precedentes me decidí a ver la exposición de Hitchcock en la Fundación Telefónica, de acertado diseño, muy instructiva y de visita obligada para cualquier interesado en la cultura del siglo XX.



Policía patrullero de autopista, Psicosis




Agonía, en Psicosis
Hitchcock, más allá del suspense

El maestro del suspense puede considerarse un genio o no, eso es lo de menos, porque lo importante es que fue un innovador que influyó en el cine que vino después, fuese de terror o no.

También es un eslabón que enlaza las técnicas del cine mudo con las del sonoro, pues trabajó en ambos, pero no traicionó la expresividad del cine no sonoro; absorbió, además, el expresionismo alemán de los 20 y los 30, un comienzo espectacular del cine que se vio truncado por la irrupción del cine sonoro y los avatares políticos de Europa.

Hay mucho de cine alemán en Hitchcock, pero también su socarronería es muy británica, y ambas características las trasladó a EE.UU., donde realmente había mercado para sus películas y para las de muchos otros que emigraron antes que él.


El ojo muerto, Psicosis
La época dorada de Hitchcock coincidió, no por casualidad, con la aceptación estética de las vanguardias pictóricas, la eclosión de la moda femenina de la posguerra y la influencia de algunos españoles famosos en su obra, el cubista Picasso, Buñuel -¡cuánto me recuerda el ojo muerto de Psicosis al de Un perro andaluz! - el surrealista Dalí y el excelso diseñador Balenciaga.


Un perro andaluz, de Buñuel
Hitchcock nos demostró que un hombre feo, hijo de polleros, acomplejado y católico en un país protestante puede generar una corriente de elegancia, humor y terror capaz de hacernos ver que los grandes hombres son casi siempre inquietos por atormentados, creativos por necesidad e imperfectos en su vida privada, pero sublimes en su trabajo.

Seguramente Hitchcock nunca podría haber nacido en EE.UU. ni en otro país que no fuera Gran Bretaña, ni tampoco hubiera existido sin esa influencia del cine alemán, que alimentó sus inquietudes tempranas.

Mi opinión sobre si realmente era un genio tampoco importa, pero creo que no es ésa una de sus características. Sus obras tempranas adolecen de la capacidad para dejarnos boquiabiertos, y muestran la construcción de su personalidad como autor que experimenta con varios géneros, que se introduce en el misterio, muchas veces como al estilo de las novelas de Agatha Christie. 

Con el tiempo, empero, se van afilando su ingenio y su técnica, y ya pasa a expresar lo que realmente quiere.


Tippi Hedren en Los pájaros
Su mente torturada y en ocasiones cruel (por sus complejos, su fatuidad británica y una abyección propia de un personaje psicopatológico) gracias al cine no quedó varada en la estupefacción, el ostracismo, la ilegalidad o la demencia.

Estoy seguro de que Hitchcock disfrutó asesinando en la pantalla a estereotipos humanos que no fue capaz de aniquilar en la realidad. Sublime arte éste, el cine, que encarrila en la sociedad a los marginados que expulsó antes de sus vías.

Su gran sentido estético y la calidad de ejecución y terminación de sus obras las coloca en el terreno de la pintura, la literatura y el teatro, por lo que su cine basta como muestra por sí solo para que esa actividad sea reconocida como arte.


Cartel de Psycho
Psicosis

El título original de la película “Psycho” es mucho más ambiguo que el de la traducción española: Psicosis, y también más clarificador.

Porque “Psycho” es un psicótico, pero además un psicópata e incluso se puede traducir por “morboso” un significado que, tal vez, casa más con el espíritu del cineasta.








Dónde y cuándo

Espacio Fundación Telefónica
C/Fuencarral, 3. Madrid

Del 5 de octubre de 2016 al 5 de febrero de 2017


Enlaces

Exposición de Hitchcock en Fundación Telefónica


Apéndice


El apellido Hitchcock

Un apellido aparentemente tan sencillo como éste es difícil de pronunciar correctamente para un hispanohablante, y aún más escribirlo sin comernos una letra.

Y desentrañar su significado se torna aún más peliagudo.


Hick en inglés es un paleto, un pueblerino, un palurdo o un cateto y cock es un gilipollas, y también un capullo. Seguro que a más de una se le pasó por la cabeza regalar a Alfred esos calificativos.

O también imaginaron la acepción más vulgar de cock, no sin cierta aprensión. 

O incluso adivinaron su deseo de crear un corral con sus rubias gallinitas actrices. Al fin y al cabo, en una comida con Truffaut había dicho que los actores eran ganado.

El apellido tiene significados más siniestros, como el de amartillar un arma (cock), pero el origen del apellido Hitchcock es mucho más inocente y pueril, tal vez para disgusto de quien se relamía deseando rubias delgadas, serias y estilosas, las asesinaba vicariamente en siniestras casas o les lanzaba feroces gaviotas a la cara con riesgo de que les picotearan los ojos.

Realmente el apellido Hitchcock refiere el nombre de un ascendiente: “el hijo de Richard”.

Hitch es un antiguo hipocorístico infantil de Richard y Cock es su diminutivo más común.

Y es que Hick, Hitch o Nick es una antigua forma alterada para expresar afecto o familiaridad del nombre Richard. La R inicial pasó a convertirse en H, como por ejemplo en Hodge por Roger, o en Hob por Robert.

Y cock es un sufijo diminutivo medieval, así que “el pequeño Ricardito” podría ser una de las traducciones literales más acertadas que, libremente, podríamos traducir por el "retoño de Ricardito".

Un inocentísimo apellido para quien ha sido el mayor intrigante del cine del siglo XX.










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