martes, 6 de mayo de 2014

Quinta de los Molinos, el jardín de los mil almendros

Quinta de los Molinos.
Floración del almendro, 10/03/14
9 de abril de 2014

Mis visitas a este parque de la calle Alcalá vienen de lejos. La primera vez fue durante el esplendor floral de sus más de mil almendros, hace ya unos años. Este espectáculo es único en la ciudad de Madrid y no conozco otra ciudad de Castilla con semejante concentración de almendros florecidos.

Pero la importancia estética y lúdica no es el objeto de este artículo,  sino el valor del  enclave botánico como reducto para numerosas especies de aves.


Importancia de los jardines urbanos para la avifauna

Los jardines urbanos funcionan como oasis verdes dentro de lo inhóspito de los acantilados de cemento de la ciudad. En ellos, el tránsito de los coches, la competencia por el poco alimento, el estrés del ruido y la presencia de halcones y depredadores humanos desaparecen o se mitigan, ... y se producen nuevas oportunidades y peligros.

Esos parques contienen más alimento y más cobijo, y en general también más seguridad que las calles. Las podas, los fitosanitarios y las rapaces nocturnas son parte de los nuevos peligros. Los habitantes del jardín tienen entonces que adaptarse si quieren sobrevivir y procrear.

Para ayudar a proteger a esas especies que buscan refugio en esos oasis tenemos primero que conocerlas. Os las voy a presentar.


Las aves del parque de Suanzes

Pinar con pito real
En uno de nuestros paseos por este parque, situado junto a la parada de metro de Suanzes, el martilleo neumático y rapidísimo que los naturalistas calificamos de “tamborileo” delata la presencia de un pico picapinos; casi siempre es un fantasma, si no emprende el vuelo. Queríamos verlo hoy y disfrutar de su plumaje, así que comenzamos la búsqueda.

Pero donde el jardín da a la calle Dr. Zamenhof lo que apareció de repente fue un macho de pito real en todo su esplendor verdoso y rojo, con su refulgente bigotera, mientras rotaba sobre el tronco de un pino para esconderse del estridente volquete mecánico del jardinero.

Los sonidos guturales de búho de la paloma torcaz se oyen por todos los rincones y también los gritos de alarma del mirlo común, que a veces se pueden confundir con los del pito real, aunque éstos sean más estridentes. Las palomas domésticas también se ven, aunque predominen las torcaces.

Olmos, eucaliptos y algunas encinas y arces de Montpellier flanquean este camino lateral. A la izquierda, un bosquete de pinos altos y delgados son el hábitat preferido de aquel carpintero que vimos.

De un lado a otro del camino saltan sobre las ramas los gorriones molineros, pero ni un solo gorrión común. ¿Qué estará pasando con estos  gorriones?
Las urracas en todo lo alto, muy numerosas, como en el resto de Madrid, pues están en franca expansión dondequiera que vayamos.

En lo más umbrío, junto a unas tapias, localizo un jilguero macho, que busca el sol en la rama de un olmo y picotea sus semillas verdes. Y también un herrerillo común.

Ya en el paseo central, un pequeño párido, casi seguro que un carbonero garrapinos, pone punto y final a una extraordinaria excursión con 22ºC de temperatua y un sol radiante en el cielo.


Laguna de Quinta de los Molinos
La laguna de la Quinta de los Molinos

Se nota un cuidado creciente en el parque, que se hace más evidente en la laguna. La que conocí, no hace mucho más de tres años, era una puerta negra hacia el infierno: peligrosa, oscura y abandonada, como esas trampas en medio del bosque que intentan engullir niños atrayéndolos hacia sus orillas.

La de hoy luce un pequeño surtidor acampanado y unas riberas cuidadas y accesibles a los anfibios: al menos 30 enormes ranas comunes (R. perezi) se solazaban sobre su cemento. Al lado, una tortuga de Florida las acompañaba, mientras la superficie se poblaba de las pequeñas bocas de las carpas de colores con las que han decorado este estanque.

Hoy sus aguas son marrones y en algunos puntos se puede ver el fondo, que no parece que tenga mucho más allá de un metro de profundidad.



Los almendros en Quinta de los Molinos, según las estaciones 

18 de enero de 2014
10 de marzo de 2014
9 de abril de 2014

DESCRIPCIÓN DEL PARQUE

El parque de la Quinta de los Molinos fue en su origen una finca privada perteneciente al arquitecto alicantino César Cort Botí.

El núcleo inicial de la finca fue el entorno del Palacete y la zona situada al norte del camino de Trancos, donada como regalo del conde de Torrearias al señor Cort en 1920.

A partir de ahí, fue ampliándose sus superficie mediante diversas adquisiciones hasta los años 70, en los que llegó a alcanzar las 28,6 Has. de superficie.

El objetivo de César Cort fue recrear una finca de aspecto parecido a su lugar de origen, es decir, una finca agrícola del litoral mediterráneo, de ahí la presencia de cuadros de almendros, olivos y diversos elementos arquitectónicos, como son los molinos de viento para extraer agua.

El agua para regar la finca era extraía con los citados molinos desde pozos y manantiales subterráneos y después almacenada en albercas, que también tenían una función decorativa. Por esta finca circulaban dos pequeños arroyos. El de Trancos, al norte y el de la Quinta, al sur.

En 1925 se inició la construcción del Palacete, con marcada influencia de la llamada Secesión Vienesa, y en especial de la obra de Hoffman. También por esas fechas se realizaron la Casa del Reloj y unas dependencias agrícolas.

César Cort muere en 1978, llegando los herederos a un acuerdo con el Ayuntamiento de Madrid en 1982, por el cual, 21 Has. de la finca pasan a ser zona verde de uso público y las 7 Has. restantes serán para construcción de viviendas.


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