martes, 2 de julio de 2013

Los hinchas brasileños: un ejemplo de mala educación


Copa Confederaciones, España-Brasil 2013

Ayer sufrí en primera persona la final de la Copa Confederaciones, que enfrentó a Brasil y España. Como el plan era continuar la posible fiesta, acudí con un amigo a uno de los dos bares Marca que existen en Madrid. Allí, una hinchada brasileña muy nutrida, nos hinchaba las narices con sus cánticos estridendentes y su insolencia.

Yo confieso: hasta ayer tenía prejuicios muy favorables hacia los brasileños, pero descubrí una parte muy fea que denomino histeria colectiva, falta de respeto y actitud festiva ofensiva.

Al fin y al cabo estábamos en España, con muchas personas con sus camisetas rojas, que miraban atónitos las pantallas, de puro increíble. Los brasileños gritaban como locos, saltaban y ofendían con sus frases, juramentos y cánticos. Ni en los peores partidos de bar con hooligans borrachos ingleses o adolesccentes alemanes agresivos he visto tanto encono y violencia verbal.

Uno de esos "sanos" muchachotes brasileños, a la sazón de color, besaba con saña con cada gol el escudo de su amarilla camiseta, con la devoción de un poseído, y bailaba como en una ceremonia de candomblé.

Luego golpeaba a dos manos un taburete con la fuerza y estilo de los documentales de Jane Goodall, perdóneseme el símil, aporreándolo sin piedad, y sin que nadie osase incomodarlo, tal vez porque era negro y extranjero, porque un español hubiera sido expulsado del local ipso facto.

Si los bares de Marca quieren ofrecer fútbol de alta tensión, deberían contratar algún gorila -blanco o negro- que calmara o echara de sus bares a los chimpancés, del color que sean.

No se pueden consentir comportamientos de tal estupidez y violencia en los bares madrileños, por decencia y respeto a los que sólo vamos a ver un partido de fútbol; y por seguridad, porque si los dos españoles a los que se enfrentó el primate sapiens brasileño hubieran respondido, a lo mejor esta noticia la habría recogido la sección de sucesos nacional y no esta bitácora madrileña.

Estemos atentos a la importación de la violencia futbolera suramericana. Y no disparen al mensajero, porque es un asunto de la máxima gravedad.





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