miércoles, 17 de abril de 2013

De cómo el Canal de Isabel II complica tu vida

El Canal de Isabel II jode al ciudadano sin previo aviso

Un vasito de agua fresca al llegar a casa, después de un día tan caluroso; refrescarse la cara; unas verduritas cocidas salidas del congelador; una sentada en el servicio después de una ininterrumpida jornada de trabajo; lavarse las manos ... y los dientes. 

No digo ya ducharme, que no me daba tiempo ...  Pero algunos presuntos hijos de puta del Canal de Isabel II me han jodido el día. Porque he tenido que beber (Deo gratias que tenía) agua con gas; calentar la comida del día anterior; limpiarme las manos con toallitas húmedas (Deo gratias que tenía); cagar sin poder tirar de la cadena, nuevo uso de toallitas y, ante la disyuntiva de lavarme los dientes con agua con gas o cagarme en las presuntas putas madres de los responsables, opté por lo segundo, que descarga, pero no ayuda.

Pero hombres de Dios -por decir algo- ¿por qué no avisáis? ¿Y quieren organizar en Madrid unos Juegos Olímpicos? Iros a tomar por c ...

Escribo esto en el metro ... ¡joder ... ahora no abre la puerta! Cagüen la ... Y cuando salgo, una monería veinteañera con medias blancas de rejilla deja que su carísimo bulldog estire la pata y suelte un chorro grueso y amarillento a la base de un parquímetro, y se queda tan pancha ... Y yo flipando.












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