lunes, 1 de octubre de 2012

El balance del conocimiento en España:
un problema de recursos humanos

A las noticias aparecidas en la prensa electrónica de la demanda de enfermeras españolas por Finlandia e ingenieros por Alemania, se me ha ocurrido comparar esta lenta pero inexorable sangría de talento con las remesas de inmigrantes de escasa formación que han recalado en España.

Médicos expertos en cáncer, biotecnólogos y desarrolladores de videojuegos que emigraron a EEUU, ingenieros forestales a Finlandia, profesionales de la sanidad a Portugal y Gran Bretaña, ... para qué seguir.

A cambio, en un país como el nuestro, que ha desmontado voluntariamente el variado tejido industrial generado a partir de 1941 con la creación del INI, recibe personas sin cualificar que trabajan en hostelería, desplazando a camareros profesionales. Y también recibimos personal formado, pero que en España sólo pueden optar a puestos de cuidadores de ancianos.

Numerosas empresas de automoción, navales, aeronáuticas, de armamento, ... han pasado a mejor vida o a "mejor" dueño desde que España ha preparado  y se ha incorporado a la Comunidad Europea, en un rosario de penosas decisiones y claudicaciones de los distintos gobiernos españoles, más pendientes de ganar las elecciones y puestos en Bruselas que de trabajar por los intereses del país al que dicen representar.

También parece como si -y estoy convencido de ello a pesar de la duda metódica- se deseara acabar con España como competidor industrial para dejar paso a naciones "más preparadas" o tal vez, más dominantes.

Si miramos dentro de España, hay regiones que recibieron históricamente más inversión y se desinvirtió en otras. "Europa" funciona ahora como España entonces, ocupando en las mentes de los arquitectos de la Unión Europea un puesto marginal, de servicios. Y todo esto con el beneplácito de los gobernantes españoles, desde el aberrante regalo del Sáhara Occidental a Marruecos hasta los deseos de construir Eurovegas en Madrid, un centro de ocio pensado para que España sea una especie de Florida para europeos viejos y adinerados de Alemania, Gran Bretaña y Holanda.

La heterogeneidad de la población española actual nos imposibilita la pretensión de alcanzar la estabilidad social y las coberturas de países admirados en España como Finlandia.

La destrucción de la empresa española nos aleja de Alemania, Francia e Italia.

Y la incapacidad para crear empleo nos sitúa fuera del mapa de países influyentes por la conflictividad interna y la caída del PIB.

Las decisiones políticas de los últimos 35 años han lastrado este país y lo han convertido en un erial. El ejemplo más claro es el éxito de las empresas españolas en el extranjero, donde el estado menos interviene.

Las soluciones a tamaño despropósito no son fáciles y no seré yo quien aventure soluciones de salón. Sin embargo, cualquiera que sea deberá pasar por un giro de timón de la soberanía, que debe bascular de nuevo en el gobierno central, reduciendo poder a las autonomías y ser más independiente de Bruselas, un verdadero cainita para España.

Sobre si debemos salir del euro o no, o no pagar la deuda adquirida, deberán ser consecuencias de una vuelta al control estatal de los recursos y de las políticas industriales y económicas.

Si no entendemos esto, estamos abocados a convertirnos en un país de camareros y vejestorios horteras.