viernes, 24 de febrero de 2012

Diálogos en el metro de Madrid

"A mí, me come usted el coño"
24/02/2012

Estación de metro de Cuatro Caminos, línea 1. Voy con prisa, pero sin apresurarme.

Entro en el vagón, casi lleno, y detrás de mí lo hacen dos pequeñas y redondeadas adolescentes con una niña de dos años. Una de ellas es de rasgos indios, como la niña, y la otra una preciosa y sexy jovencita escotada, de pelo rubio muy teñido.

Les ofrezco mi asiento para la niña, y después de rechazarlo efusiva y educadamente, optan por sentarse: la rubia con la niña encima.

La bella encandila con sus ojos negros a los viajeros del vagón, y especialmente a un chico suramericano que, de pie, se asoma al bonito escote de lencería rosa. Sujeto a uno de los tirantes y aprisionado al prístino pecho, un mechero bic, despierta la envidia.

Con otro mechero enseña a la niña a encenderlo: una, dos, tres veces, ... Yo, ya de pie, miro de reojo al escote, ... y al mechero de la niña preocupado. Pienso que es un mal uso para un mechero, una mala enseñanza para la niña ¿qué no quemará?

Pero hay alguien más preocupado que yo: un señor canoso, delgado y de barba rala y pobre, detrás de mí menea la cabeza, sacude su periódico gratuito y se equilibra en su enorme trolley, que reposa mastodónticamente en el suelo. Lo veo reflejado en el cristal de las puertas del vagón.

Al final no puede más, y dice: "Es peligroso el mechero, puede provocar una catástrofe".

Yo no puedo reprimir una sonrisa a la vez que lo identifico como argentino. ¿Catástrofe? ¿acaso se cree que el metro funciona con gas o combustibles fósiles? Es un mechero ... se apaga solo, pienso ...

Las chicas sonríen aún, aunque menos, disimulando su disgusto. A la morena, que está de pie, le digo algo cerca del oído: "Y a ver si luego os quema la casa", y sonríe.

Pero el sudaca vuelve a la carga: "No se puede encender fuego en el metro, es peligroso, soy médico ...". E insiste ...

La rubia, entonces sentada, se incorpora. Estamos a punto de salir, se encara con el hombre y le dice: "Me toca los cojones", "¡Tiene huevos, con su madre delante!". "A mí me come usted el coño".

A lo que responde el hombre, muy flemático: "Mamita, sós muy liiinda, pero una ignorante" y bla, bla, bla, ...

Vámonos, dijo la madre a su amiga. Y yo me bajé del metro, entre acongojado y reconfortado, por haber presenciado una brutal respuesta a un palizas, pero aterrado de comprobar que ni aún respondiéndole así, un médico argentino se calla ...